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Un ministerio
cristiano, del término griego diakono, es un don que Dios concede al ser humano
para ejercer liderazgo espiritual en la iglesia o el cuerpo de Cristo. Este
ministerio es un llamado irrevocable que dura toda la vida, como lo afirma
Romanos 11:29: los dones y el llamado son irrevocables.
Características del ministerio cristiano
Ministerio
irrevocable: Nadie puede renunciar a su ministerio porque es un don de Dios que
permanece hasta la muerte.
Ministerios según
la capacidad: Dios concede distintos ministerios conforme a la capacidad y el
propósito de cada persona (Romanos 12:6-14), y puede otorgar uno o varios
ministerios a un creyente.
Ministerio no se
compra: Ningún don o ministerio se puede adquirir con dinero, tal como lo
advierte Hechos 8:20.
Unción ministerial:
En tiempos bíblicos, los profetas eran ungidos con aceite; hoy en día la
imposición de manos es suficiente para recibir el ministerio, como ocurrió con
Timoteo (1 Timoteo 4:14-15).
Ministerios no
hereditarios: Los ministerios no se transmiten automáticamente de generación en
generación. Por ejemplo, la esposa del pastor no es necesariamente pastora a
menos que Dios la llame. Los hijos del pastor también deben recibir su llamado
individualmente.
Diversidad de ministerios en la iglesia
El apóstol Pablo explica en 1 Corintios 12:29 que no todos tienen los mismos ministerios ni dones. En familias pastorales, puede haber distintos ministerios representados, como evangelistas, profetas, pastores o creyentes con dones no ministeriales.
El ministerio
cristiano es un llamado individual y específico para servir a Dios y a la
comunidad con amor y dedicación, expresado a través de diferentes dones y
responsabilidades dentro de la iglesia.
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