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1. Hay 5 ministerios principales, con
los cuales una iglesia no pudiera seguir o mantenerse en pie. Todas las
denominaciones de iglesias verdaderamente cristianas, incluso las bautistas,
posee técnicamente los 5 ministerios, aunque no los reconocen por tales nombres
porque son cesacionistas Empecemos:
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Apóstol: llamados también
misioneros en algunas denominaciones, es el encargado de llevar el evangelio a
donde muy pocos se atreven a ir y también es el encargado de abrir nuevas
iglesias e incluso bajo un enfoque o visión específica. Un ejemplo del
apostolado lo tenemos, por ejemplo, en Pablo y Bernabé, como leemos acá:
Hechos 13:1-3
13 Entre los profetas y maestros de la iglesia
de Antioquía de Siria se encontraban Bernabé, Simeón (llamado «el Negro»[a]),
Lucio (de Cirene), Manaén (compañero de infancia del rey Herodes Antipas[b]) y
Saulo. 2 Cierto día, mientras estos hombres adoraban al Señor y ayunaban, el
Espíritu Santo dijo: «Designen a Bernabé y a Saulo para el trabajo especial al
cual los he llamado». 3 Así que, después de pasar más tiempo en ayuno y
oración, les impusieron las manos y los enviaron.
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Pablo de Tarso |
Pablo y Bernabé eran maestros, porque venían
del judaísmo y tenían una formación farisaica avanzada respecto a la ley. Los
apóstoles se mueven en todos los ministerios. Vemos que Pablo y Bernabé estaban
entre los maestros y los profetas que se encontraban reunidos.
Luego vemos a Pablo aconsejando a Timoteo
sobre cómo sobrellevarse en la iglesia, cómo ordenar nuevos ministros (2 Tim
2:2) y mantener el orden en la iglesia con las mujeres y jóvenes. Asimismo con
las viudas. Un apóstol también es pastor. Está dotado de ese conocimiento para
poder cimentar una congregación.
El ministerio de evangelista, por su parte, se
diferencia del del apóstol, porque, aunque son siervos que mayoritariamente
predican en las calles y fuera de sus iglesias con gran ahínco y fervor, no
abren iglesias. A diferencia del apóstol que cimenta las bases y hace el
trabajo del evangelista muchas veces, el evangelista solo se dedica a predicar
a Cristo y que muchos se conviertan a través de un mensaje evangelistico y de
exhortación, sencillo para cualquiera, sin muchos tecnicismos teológicos. El
evangelista no se enfoca en la teología ni en términos profundos, sino que se
mueve en sanidades y prodigios y lanza la red en las cárceles, barrios y
lugares recónditos para persuadir y llevar a los pies de Cristo a mucha más
gente.
Un ejemplo de evangelista en la Biblia es
Felipe, quien era diácono, pero también tenía un ministerio, el de evangelista
(Hechos 21:8).
Por su parte el pastor va a guiar y a
pastorear, valga la redundancia a las ovejas que el evangelista atrajo a la
iglesia siguiendo la visión del apóstol que cimentó las bases de la iglesia y
que lo ungió como pastor de esa congregación. Mientras que el evangelista
realiza campañas, el pastor toma esas ovejas y las apacienta, tal y como le
mandó nuestro Señor Jesús a Pedro (Jn 21:15-19).
El maestro es uno de los más cercanos al
pastor, porque es el encargado de adoctrinar a las ovejas desde antes de su
bautismo si es posible. El maestro vela, junto con el pastor y el profeta, que
los creyentes no caigan en falsa doctrina. El doctor o maestro se adentra más
en cuestiones teológicas y filosóficas a diferencia de los otros ministerios
con excepción del apóstol (el apóstol Pablo era un gran conocedor de la
filosofía griega del siglo 6-3 a.C y lo demostraba en sus cartas) muy
necesariamente.
Un
ejemplo de maestro, el cual es muy poco conocido, es Zenas (Tito 3:13), el cual
era intérprete de la ley, en otras palabras, era un exégeta. Todos los maestros
de la Palabra, sin excepción, deben manejar una muy buena interpretación y
pedagogía de la enseñanza por edad y tipo de población. Hay maestros para niños
y hay maestros para el resto de la población, y otros exclusivamente para
líderes o para formar líderes. Estos últimos son los mayores representantes de
maestros de la Palabra en la congregación. El libro "El Arte de Enseñar" de C H Benson, es un curso cristiano para todos los que deseen enseñar en la congregación, y más aún para los que deseen desarrollar su ministerio confirmado.
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Zenas |
Y por último, tenemos al profeta, que a
diferencia de los creyentes con don de profecía y palabra de sabiduría, es
mucho más constante en cuanto a la revelación de sueños, profecías, visiones y
palabra. Un profeta no solamente habla del futuro, sino que está allí para
edificar, consolar y exhortar. Un profeta es un atalaya.
Lo podemos asemejar al profeta del AT en el
sentido de que aún el profeta del NT exhorta, predica y edifica tal y como lo
hacían en el AT. Un ejemplo de ello en el NT es en definitiva el profeta Ágabo,
de quien no se conoce ninguna obra, pero que se le identifica como profeta en
Hechos (Hechos 11:27-30 y Hechos 21:8-14). En una Agabo profetizó una hambruna,
un evento que iba a ocurrir en Roma, y en otra fue una profecía a una persona.
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Profeta Agabo |
De esa misma manera que se movía Agabo, se
“deberían” mover los profetas hoy día, aunque su función principal sea la de
exhortar, edificar y consolar. Este libro llamado "Apostoles y Profetas: la restaturación de su influencia en el nuevo siglo" de H. Torres nos ayuda a comprender un poco más sobre este último punto, que ha traido a mucho debate, sobre todo después de 1960.
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