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Si hay algo que cuesta en la vida, es dejarse sorprender.
En el mundo en que vivimos queremos SIEMPRE saber qué es lo
que está pasando y qué le está pasando a la gente que, incluso, no conocemos. Así es como redes sociales
comofacebook y twitter han ganado tribuna, porque nos gusta saber quién salió
con quién, qué comió o escribió tal o cual persona. Más aún, siempre queremos
saber lo que está pasando, al punto de que cuando tiembla inmediatamente
ingresamos a la página de internet en donde se registra el grado del sismo,
hasta que la página colapsa y no podemos acceder a ella y volvemos a twitter y
facebook para saber si alguien actualizó su estado para saber lo que ocurrió… Y
así podría relatar y describir una serie de situaciones en donde queremos tener
el control de la información, saber qué está ocurriendo y sentir que no estamos
perdiéndonos de nada. Sin embargo, este deseo de querer siempre “estar
informado” refleja un sentimiento de vulnerabilidad ante las circunstancias que
no dependen de nosotros y de inseguridad ante el no control de todo lo que nos
rodea.
Yo no sé si esto le pasará a todos lo mamíferos, pero sí nos
sucede a nosotros. Tal parece que nuestra especie es poco tolerante a la
incertidumbre, a no saber qué es lo que ocurrirá, a no tener el control de la
información sobre el futuro. No sólo nos resulta insoportable, sino que también
nos angustia y frustra.
No es menor que en el último tiempo haya aumentado la
consulta con personas que leen el tarot, que sacan la carta astral o realizan
otro tipo de prácticas de adivinación; existe un deseo permanente por conocer
el futuro, sobretodo para saber qué es lo que éste depara. El auge de estas
prácticas confirma mi teoría.
A pesar de que el escenario no se ve muy prometedor, no
puedo dejar de pensar optimistamente en lo maravillosa que es una sorpresa.
Cuando estás de cumpleaños y al llegar a tu casa te esperan todos tus amigos
para celebrar junto a ti sin que tú lo supieras te embarga una sensación de
emoción que te acompaña todos los días post celebración. Eso es lo fantástico
de una sorpresa, que llega cuando no la esperas y te cambia el día por
completo. Si hay alguien que bien sabe
de sorpresas es Jesús. Mientras el pueblo judío esperaba a un “rey” (literal),
Él llegó como hijo de un carpintero; cuando no había cómo alimentar a una
multitud Él multiplicó los panes y los peces; y cuando todos creían que había
muerto, Él resucitó de entre los muertos…y cuando tú y yo creímos que no
calificábamos para ser llamados HIJOS, Él dijo todo lo contrario…
Aunque pareciera que vivimos en una constante incertidumbre,
hay algunas cosas de las cuales podemos estar seguros: Dios nos amó, ama y
amará con amor eterno. El resto de las cosas se van generando, acomodando y
direccionando en el camino. Nuestras certezas se encuentran en Él y si
depositamos nuestras incertidumbres (por ejemplo, me iré o no a casar, me irá
bien o mal en el trabajo, lograré ser feliz o no, etc.) también en Él, día a
día se irán transformando en certezas tan sólidas como el pensar que en Cristo
tenemos vida y vida en abundancia.
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