- Obtener enlace
- X
- Correo electrónico
- Otras aplicaciones
- Obtener enlace
- X
- Correo electrónico
- Otras aplicaciones
Artículo escrito por:
PleaseConvinceMe.com
¿Encajas ahí? Todos nosotros,
jóvenes y viejos, batallamos con nuestra habilidad y deseo de ser parte de
algo. A veces este deseo nos lleva a ser parte de una camarilla o un grupo
específico. Esto es especialmente cierto en secundaria y preparatoria, pero
ciertamente también se sigue dando en nuestra vida adulta, mientras tratamos de
encontrar nuestra posición social en el trabajo y participar. Enfrentémoslo,
todos nosotros hemos sido o parte de un grupo especial, o hemos sido rechazados
por uno. Pero Dios tiene algo que decir acerca de los favoritismos y los grupos
elitistas:
1 Pedro 1:17 “Y si invocáis por Padre a aquel que sin
acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor todo
el tiempo de vuestra peregrinación.”
Todos tenemos este deseo de
pertenencia. Ese deseo nos ha sido dado
por Dios, quien quiere que recordemos que le pertenecemos a Él. Él no discrimina, sino que nos ama a todos, a
pesar de nuestras diferencias:
Efesios 1:13 “En él también vosotros, habiendo oído la
palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él,
fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa.”
Mi Vida, Mis Problemas Es tu
vida, y tu vida viene con su propia serie de problemas. Cuando se trata de
grupos elitistas y presiones sociales, el asunto es este: todos queremos
pertenecer a algo. El Libro de Santiago tiene alguna información muy práctica que
podemos revisar para entender lo que la vida puede ser si es que vivimos a la
manera de Dios en vez de a la nuestra.
Santiago 2:8-9 “Si en verdad cumplís la ley real, conforme a
la Escritura: Amarás a tu prójimo como a ti mismo, bien hacéis; pero si hacéis
acepción de personas, cometéis pecado, y quedáis convictos por la ley como
transgresores.”
¿Por qué en nuestro esfuerzo por
pertenecer a algo, tratamos a algunas personas como si fueran nuestros
enemigos? Tú sabes que todos favorecemos a algunos mientras que evitamos a
otros. ¿Por qué lo hacemos? ¿Es porque no nos damos cuenta de que nuestra
indiferencia es dolorosa? ¿O es porque no entendemos la verdadera naturaleza de
un enemigo?
1 Seamos Conscientes de que La
Indiferencia es Dolorosa: Trata de tomarte
un momento y haz una lista de todas las formas en que tratamos típicamente a un
enemigo. La lista puede incluir:
Rebajarlos siempre que sea
posible. Echarles miradas de odio. Tramar venganza contra ellos. Desearles lo peor. Esperar que mueran de una muerte lenta y
dolorosa (tal vez eso sea un poquito extremoso). O simplemente ignorarlos.
¿Te das cuenta que ignorar a la
gente es una estrategia que usualmente reservamos para nuestros enemigos, y sin
embargo a menudo nos encontramos haciéndole esto a la gente que apenas
conocemos o que en realidad ni conocemos?
Cuando hacemos esto, los tratamos como a enemigos. La indiferencia es una táctica usada contra
de los enemigos y Dios no quiere que la usemos en contra de los hijos que él
está tratando de llamar al reino.
Santiago 2:9 “Pero si hacéis acepción de personas,
cometéis pecado, y quedáis convictos por la ley como transgresores.
2 Entendiendo La Verdadera
Definición de Enemigo: La mayoría de nosotros pensamos en enemigos de una
naturaleza clásica, ya sabes, el Correcaminos tiene al Coyote, y Luke Skywalker
tiene a Darth Vader, pero la realidad es que tenemos una tendencia a dividir a
todos nuestros conocidos dentro de dos categorías: aquellos con los que
socializaríamos y aquellos con los que no. Cuando hacemos eso, estamos
tratándolos como amigos o como enemigos. Aquí no hay medias tazas. ¿Realmente
te gustaría ser tratado así?
Mi Vida Vivida a Su Manera ¿Listo para el cambio? ¿Quieres tratar de vivir la vida de la manera
en que Dios la diseñó para vivirse? La
primera clave para tratar con el elitismo es eliminar a tus enemigos. Tu no puedes satisfacer tu deseo de
pertenecer a aquellos que te gustan, al juntarte con aquellos que no.
Verdadero Respeto y Verdadero
Amor Nuestro deseo de pertenencia solo
es igualado por nuestro deseo de ser respetados. Dios entiende esta necesidad y nos ha
ordenado mostrar respeto a los demás:
1 Pedro 2:17 “Honrad a todos. Amad a los hermanos. Temed a
Dios. Honrad al rey.”
Respetar a la gente simplemente significa
hacer el esfuerzo de honrarlos lo suficiente como para mostrarles que no somos
indiferentes a su existencia. Que los respetamos lo suficiente para ver que
ellos son seres humanos con los mismos deseos, esperanzas, y temores que
tenemos nosotros. Respetar significa tener que acercarnos a los demás. Si
quieres una ilustración de nuestro inherente deseo de agruparnos, honrar y
respetar a algunos mientras ignoramos y despreciamos a otros, no tienes que
buscar más allá de los servicios en una iglesia. ¿Has notado cuánta gente se
sienta en grupo? Tal vez sea una señora que viene con su esposo y sus mejores
amigos, y se sientan juntos. Tal vez sean tres vecinos que llegan y se sientan
juntos. Quizá un novio y su novia que llegan y se sientan uno al lado del otro
y cuando ven a alguien que conocen de la escuela, se cambian a otra área de
lugares. Todos saben que esa persona es nueva, sin embargo nadie hace ningún
esfuerzo por acercarse y contactarla. Eso, mis amigos, es simplemente
irrespetuoso. NO está en la naturaleza de Dios. Mira lo que Pablo les dice a
los Corintios:
2 Corintios 6:12 “No estáis estrechos en nosotros, pero sí
sois estrechos en vuestro propio corazón.”
Mi Vida, Mis Problemas Cuando se trata de elitismos y relaciones
sociales, hay aún otro aspecto: todos
nosotros queremos ser respetados.
Regresemos con Santiago por más ayuda:
Santiago 2:1-4 “Hermanos míos,
que vuestra fe en nuestro glorioso Señor Jesucristo sea sin acepción de
personas. Porque si en vuestra congregación entra un hombre con anillo de oro y
con ropa espléndida, y también entra un pobre con vestido andrajoso, y miráis
con agrado al que trae la ropa espléndida y le decís: Siéntate tú aquí en buen
lugar; y decís al pobre: Estate tú allí en pie, o siéntate aquí bajo mi estrado;
¿no hacéis distinciones entre vosotros mismos, y venís a ser jueces con malos
pensamientos?”
¿Por qué es tan difícil ser
respetuosos y no juzgar? ¿Es porque
estamos atrapados en nuestros propios prejuicios? ¿O es porque somos demasiado egoístas y
soberbios?
1 Tratando Con Nuestros
Prejuicios: Busca ahora en Lucas 10:25
a 10:37 y lee la historia del Buen Samaritano.
Ahora haz tu mejor esfuerzo para responder a estas preguntas:
¿Por qué el experto en la ley
preguntó -‘quién es mi prójimo’-? ¿Crees
que tenía un prejuicio y estaba tratando de sentirse mejor? El primer sacerdote tenía un deber sacerdotal
de ayudar al hombre caído. ¿Por qué
falló en hacerlo? ¿Cuál sería su posible
prejuicio? El segundo levita también
tenía un deber de detenerse y ayudar al hombre. ¿Cuál era su prejuicio? Finalmente pasó un despreciado
samaritano. Los samaritanos
definitivamente tenían un prejuicio en contra de los judíos, pero él se detuvo
y lo ayudó. ¿Cómo pudo hacer esto? ¿Qué podemos aprender de esto para que
también podamos superar nuestros prejuicios con la gente?
Dios nos está llamando a dejar
nuestros prejuicios y acercarnos y respetarnos unos a otros.
Santiago 2:1 “Hermanos míos, que vuestra fe en nuestro
glorioso Señor Jesucristo sea sin acepción de personas.”
2 Tratando Con Nuestra
Soberbia: Regresa a Lucas 10:25-37 y lee
nuevamente la historia del Buen Samaritano.
Ahora responde algunas de las mismas preguntas desde una diferente
perspectiva:
¿Por qué el experto en la ley le
preguntó -‘quién es mi prójimo’-? ¿Crees
que él arrogantemente se había separado a sí mismo de este grupo? El primer sacerdote tenía un deber sacerdotal
de ayudar al hombre caído. ¿Por qué falló en hacerlo? ¿Pudo ser la soberbia un
factor? El segundo levita también tenía
el deber de detenerse y ayudar al hombre.
¿Cómo fue que se interpuso su arrogancia? Finalmente, un despreciado samaritano
pasó. Los Samaritanos despreciaban a los
judíos, pero él se detuvo y ayudó. ¿Cómo
pudo hacer esto? ¿Cómo tuvo que tratar
con su orgullo?
Mi Vida Vivida a Su Manera ¿Listo para el cambio? ¿Quieres tratar de vivir la vida de la manera
en que Dios la diseñó para vivirla? La
segunda clave para tratar con el elitismo es restaurar el respeto que tienes
por los demás. Dios te está llamando a
ser como Él, mostrando Su imparcialidad y justicia en la forma en que amas y
respetas a los demás.
Ser el Mismo, Por Dentro y Por
Fuera A todos nos disgusta ver a la
gente que dice una cosa y luego hace otra.
Esa clase de hipocresía nos vuelve locos. Dios también odia eso.
Tito 2:7-8 “Presentándote tú en todo como ejemplo de
buenas obras; en la enseñanza mostrando integridad, seriedad, palabra sana e
irreprochable, de modo que el adversario se avergüence, y no tenga nada malo
que decir de vosotros.”
Haz una búsqueda en el Internet y
echa una rápida mirada a tres personas que se elevaron a increíbles alturas,
solo para tener problemas de integridad que debilitaron sus ministerios y
carreras. Mira a las vidas de Jimmy
Swaggart, Martha Stewart, y William Bennett.
Podríamos hacer una lista más larga si quisiéramos. A menudo la gente se encuentra a sí misma
viviendo vidas que están en directa oposición a sus creencias.
Mi Vida, Mis Problemas Cuando se trata de elitismo, todos tenemos
aún otro deseo: todos queremos tener
integridad. ¡Pero eso es más fácil de
decir que de hacer! Regresemos a Santiago por más ayuda:
Santiago 2:14-17 “ Hermanos míos,
¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe
salvarle? Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del
mantenimiento de cada día, y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos
y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de
qué aprovecha? Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma.”
¿Por qué es tan fácil vivir una
vida de hipocresía? ¿Es porque
respondemos primeramente a nuestro propio deseo egoísta y sucumbimos ante
nuestro egoísmo? ¿O es porque nos gusta
sonar bien frente a otros, y somos demasiado perezosos para llevarlo a cabo?
1 Tratando Con Nuestro Deseo
Egoísta: Tómate un momento ahora mismo, para orar a Dios que te ayude a
deshacerte de tus deseos egoístas y acercarte a otros, aún cuando eso no te
sirva.
2 Tratando Con Nuestro Deseo de
Vernos Bien: Tómate un momento ahora
mismo, y pídele a Dios que nos libre de decir orgullosamente que creemos en
cosas que realmente no hacemos.
Mi Vida Vivida a Su Manera ¿Listo para un cambio? ¿Quieres tratar de vivir la vida de la manera
en que Dios la diseñó para vivirla? La tercera
clave para tratar con el elitismo es odiar nuestra propia hipocresía. Dios quiere que reflejes Su perfecta naturaleza
siendo cuidadoso para tratar a la gente de una manera que refleje tu fe.
Sanando una Herida y Prosiguiendo
Adelante Muchos de nosotros ya hemos
sido heridos por el juicio de otros. Nos
encontramos fuera del grupo, mirando hacia adentro, y eso duele.
2 Timoteo 2:16 “Mas evita profanas y vanas palabrerías,
porque conducirán más y más a la impiedad.”
¿Cómo podemos avanzar y
recobrarnos del dolor de ser excluidos de una elite o grupo? A menudo simplemente tratamos de olvidar la
forma en que hemos sido tratados y muchos consejeros nos recomendarían esta
estrategia. Simplemente olvídalo. Pero Dios sabe que la única manera de
recuperarte de esta clase de dolor es a través de decidir recordarlo. Debes recordar el evento lo suficientemente
como para perdonar. El perdón es la
clave para toda sanidad de largo plazo.
A veces tendrás que casi forzarte a proseguir hacia el perdón. Pero
cuando resulta demasiado difícil, recuerda que tú y yo también tenemos mucho
por lo que tenemos que ser perdonados:
Colosenses 3:13 “Soportándoos unos a otros, y perdonándoos
unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os
perdonó, así también hacedlo vosotros.”
Mi Vida Vivida a Su Manera ¿Listo para un cambio? ¿Quieres tratar de vivir la vida de la manera
en que Dios la diseñó para vivirla? La
cuarta clave para tratar con el elitismo, es encontrar la forma de
perdonar. El perdón está en el corazón
de la naturaleza de Dios. Para ser como
ÉL, el ‘perdón’ también debe ser ‘perdonado’.
¿Qué sucedería si vivo mi vida de la manera en que Dios quiere que la
viva? Imagínate una vida en la cual no
haya elites. Ni favoritos. Ni
prejuicios. Ni soledad. Una vida como
esa es posible si solo desarrolláramos un corazón como el de Dios. Pero lo más importantes que tenemos que
movernos hacia la acción y más allá de los sentimientos. No es suficiente decir que tenemos fe, si es
que no estamos viviendo como si eso fuera verdad.
- Obtener enlace
- X
- Correo electrónico
- Otras aplicaciones