Las pruebas y la vida
¡Así es la vida!
"NO OS HA
SOBREVENIDO NINGUNA PRUEBA QUE NO SEA HUMANA..." (1 Corintios 10:13 RVA)
Escribe el apóstol Pablo: "No os ha sobrevenido ninguna
prueba que no sea humana..." (1 Corintios 10:13 RVA). Hagamos hincapié en
la palabra "sobrevenido". De repente, te "sobrevienen" una
serie de circunstancias que tú no provocaste, que no deseas y de las que no
sabes cómo salir. Recuerda lo siguiente: ¡Tú no eliges las pruebas, sino que
ellas te eligen a ti! No eliges quién te va a destrozar el corazón, o quién te
va a irritar en extremo, o quién te va a defraudar. Cuando tomaste en los
brazos a tu hijo por primera vez, nunca pensaste que un día te encontrarías en
una comisaría de policía pidiendo que lo dejaran en libertad. Poco imaginabas
que un chequeo médico rutinario acabaría contigo en el hospital debatiéndote
con una enfermedad incurable. O quizás tu problema sea tan personal y
vergonzoso que no quieres revelárselo a nadie. Por eso no puedes dormir por la
noche, te levantas y clamas: '¡Señor, sácame de ésta o estoy acabado!' El mismo
Pablo también admitió: "...Perdimos la esperanza de conservar la vida"
(2 Corintios 1:8). Cuando te "sobreviene" una situación desagradable,
aprendes tres cosas: 1) No juzgar a los demás. La Biblia nos dice:
"...Cada uno es tentado, cuando de su propia pasión es atraído y
seducido" (Santiago 1:14). Cuando no sabes por lo que alguien ha pasado ni
conoces las circunstancias que lo han condicionado, no juzgues. Si tienes que
hablar de ello, ¡díselo al Señor! 2) No contar los problemas a las personas
indebidas. Busca a aquellos que vayan a compartir tu carga en lugar de divulgar
el problema. 3) Llevar el asunto a Jesús. "...Acerquémonos confiadamente
al trono de la gracia para recibir misericordia y hallar la gracia que nos
ayude en el momento que más la necesitemos" (Hebreos 4:16 NVI).